Queridos David y Lea:
Son las dos de la mañana y he comprobado que todos están durmiendo. En estos momentos termina mi jornada de madre y sí, estoy muy cansada. Pero he decidido escribirles esta carta y meterla en sus mochilas para que mañana la encuentren, la lean despacito e intenten entenderme.
Necesito ayuda. Les voy a contar cómo es un día normal en mi vida, porque creo que no son conscientes de ello. Me levanto a las seis y media de la mañana para ducharme y arreglarme yo, y así dejar el baño libre para ustedes.
Después preparo el desayuno de todos y los bocadillos que se llevan al colegio. Y que quede muy claro: odio despertarme tan pronto y siempre estoy cansada. Su papá ya se fue al banco, habiendo puesto antes la lavadora, cuando ustedes se levantan y ven a mamá arreglada y con todo preparado. No hay un hada mágica que lo hizo: fui yo.
No espero que me den las gracias todos los días, pero sí que no se quejen de lo cansados que están al levantarse. Los entiendo muy bien. Sé que tienen un día largo en el colegio, con sus tareas y problemas, pero yo también tengo un día muy largo en el hospital, con mucho trabajo y problemas que intento no contarles.
Cuando volvemos a casa, TODOS estamos cansados, pero ustedes esperan su almuerzo y se van a su habitación a hacer las tareas. Yo entonces tengo que recoger la ropa, vaciar el lavavajillas y hacer la cena. Y gracias a que papá hace la compra y se ocupa del perro. Sí, ese perro que compramos para ustedes y que prometieron sacar a pasear y dar de comer.
Después, a la hora de la cena, no sólo no hablo de mi trabajo, sino que tengo que oir sus quejas porque no les gusta lo que cocino, o porque no les dejamos tener el celular en la mesa. Y ya se vuelven a sus habitaciones a seguir haciendo tareas o a chatear con sus amigos.
Yo entonces me voy a la computadora a planear nuestras vacaciones, a llamar a los abuelos para ver si necesitan algo, a planchar, a limpiar, a pensar y a organizar el día siguiente. Quiero que piensen que, puesto que ya son adolescentes y quieren sus derechos, también tienen que pensar en sus deberes. Y estos son, en primer lugar, ayudar en casa, porque la casa es de todos; y sobre todo, intentar comprender a sus padres, que también tienen un trabajo, sus problemas y obligaciones.
Piensen en todo lo que les dije y espero que este fin de semana podamos hablar como cuatro personas maduras y hacer un plan del trabajo de casa. Me gustaría oír un “gracias” de vez en cuando, que hay algo que hago bien, que la comida está rica o que qué gusto encontrar la ropa planchada encima de la cama.
Los quiero mucho, pero estoy muy cansada.
Mamá
Dear David and Leah,
It’s two in the morning and I’ve checked that everyone is sleeping. Right now my day as a mother is ending and yes, I am very tired. But I have decided to write you this letter and put it in your backpack so that tomorrow you can find it, read it slowly and try to understand me.
I need help. I am going to tell you what a normal day in my life is like, because I think you are not aware of it. I get up at half past six in the morning to shower and get ready, leaving the bathroom free for you.
Then I prepare everyone’s breakfast and the sandwiches they take to school. And to be very clear: I hate waking up so early and I’m always tired. Her father has already gone to the bank, having put the washing machine on beforehand, when you get up and see mother all dressed up and with everything ready. There is no magical fairy who did it: it was me.
I don’t expect you to thank me every day, but I do expect you to not complain about how tired you are when you wake up. I understand them very well. I know you have a long day at school, with your homework and problems, but I also have a very long day at the hospital, with a lot of work and problems that I try not to tell you about.
When we come home, we are ALL tired, but you wait for your lunch and go to your room to do your homework. I then have to pick up the laundry, empty the dishwasher and make dinner. And thanks to Dad doing the shopping and taking care of the dog. Yes, that dog that we bought for you and that you promised to walk and feed.
Later, at dinner time, not only do I not talk about my work, but I have to listen to their complaints because they don’t like what I cook, or because we don’t let them have their cell phones on the table. And they go back to their rooms to continue doing homework or chatting with their friends.
So I go to the computer to plan our vacations, to call the grandparents to see if they need anything, to iron, to clean, to think and organize the next day. I want them to think that since they are already teenagers and want their rights, they also have to think about their duties. And these are, first of all, helping at home, because the house belongs to everyone; and above all, try to understand their parents, who also have a job, their problems and obligations.
Think about everything I told you and I hope that this weekend we can talk as four mature people and make a plan of housework. I would like to hear a “thank you” from time to time, that there is something I am doing right, that the food is delicious or that it is nice to find ironed clothes on the bed.
I love you very much, but I am very tired.
Mum